martes, 25 de febrero de 2014

WhatsApp pasa a Facebook, y nosotros a su merced.


Araceli Lauret. Madrid.- Desde el cierre de la compra de WhatsApp por la red social Facebook, en torno a los 19 millones de dólares, se han realizado muchas conjeturas sobre como puede afectar al usuario de ambos medios de comunicación social, que en España se solapan en gran número, sobre los 30 millones de usuarios, según las propias fuentes.

La primera incógnita parte de abogados y empresas y versa sobre nuestra privacidad, ya que al ser ahora ambas empresas americanas no están supeditadas a la ley española de protección de datos, y pueden "vender" a terceros toda la información que recogen de nuestros mensajes y actualizaciones, nuestra localización geográfica, nuestras preferencias, edad, sexo, hasta ideología política o religiosa.

Esto ya lo intuíamos, lo que quizá no se entienda es el gasto tan grande de Facebook por adquirir WhatsApp, quizá desmedido proporcionalmente, y que muchos valoran como una inversión de cara a convertirse en una nueva operadora de voz, que competiría con las compañías de telefonía que todos conocemos. Y no cabe duda que el precio de WhatsApp sigue siendo mucho más interesante que el de cualquier contrato de telefonía con SMS en España.

Pero quizá una de las inquietudes mayores reside en lo que el móvil y sus aplicaciones pueden llegar a decir de nosotros a estas grandes compañías y como lo usarán después en su beneficio. De momento las novedades para este año en nuevas tecnologías de internet muestran la colocación en nuestros dispositivos móviles, ordenadores y televisores de sensores que captarán nuestro movimiento, temperatura y expresiones faciales además de nuestra voz, su tono, su timbre y registrar nuestras palabras en texto escrito. Podrán saber si estamos en reposo, dormidos, o caminando, si nuestras cejas se arquean de sorpresa ante un vídeo, si nos reímos o tosemos, acumulando todo un abanico de datos que pueden servir de valiosa información para compañías de seguros, comercios, bancos, etc

Hay quien propone darse de baja directamente del servicio de WhatsApp, y usar otras aplicaciones menos conocidas pero igual de prácticas como Telegram, (quien arrasó hace un par de días adquiriendo 4 millones de usuarios tras la caída de WhatsApp), o Lime. Otros menos temerosos son partidarios de desactivar las geolocalizaciones de nuestros dispositivos (que muchas veces no es posible) incluso tapar con un esparadrapo las cámaras de nuestros PCs o teléfonos móviles. Pudiera parecer exagerado pero lo cierto es que hay ya en Estados Unidos y en Europa algunos centros comerciales que usan de los datos de estos sensores para "introducir" mensajes publicitarios en vivo y así motivar a los clientes para que se inclinen hacia una u otra oferta próxima en el espacio en que se mueven. Es lo que llaman la internet de las cosas, y avanza a una velocidades de vértigo, desde luego mucho más deprisa que las leyes, o nuestra imaginación.